Bienvenidos al Socialismo del siglo XIII
Dec. 20th, 2006 09:58 pm“No puedes convencer a un creyente de nada porque sus creencias no están basadas en evidencia, están basadas en una enraizada necesidad de creer”.
Carl Sagan (1934-1996), astrónomo y difusor científico.
"El único error real es aquel del que no aprendemos nada"
John Powell (1834-1902), geólogo y etnólogo estadounidense.
"Todas las cosas están ya dichas; pero como nadie escucha, hay que volver a empezar siempre"
André Gide (1869-1951), escritor francés.
Empezaría esto echando el largo cuento de la última vez que tuve algo parecido a un enfrentamiento serio con un chavista, pero sería meterme en serios problemas tanto con los parientes de aquel con el que discutí (entre los que se incluye alguien a quien aprecio de veras), como con mis propios familiares, que se orientan en un punto medio entre el mal llamado "chavismo ligth" y el "no hables un coño de política, para que no te metas en peos y puedas conseguir trabajo y tal". Sólo diré que después de esa conversa, después de lo que escuché antes de esa conversa, y después de los acontecimientos del último mes, siento que debo escribir algo más relevante que el meme de los 12 meses y el recuento de las compras navideñas.
Pero eso luego.
El tema de esta quincena es uno que ha sido pasado por debajo por tooooooooooodos los medios (excepto los bloggers de costumbre), y sin embargo podrían usarlo para terminar de desestabilizar este régimen si realmente quisieran. Se trata de la recientemente aprobada "Ley de Servicio Social Integral". No se dejen engañar por el nombrecito, esta ley es una que regula el servicio social, no como ámbito académico, no como "que es y que debe ser el servicio social", sino como un ámbito social integral y obligatorio para toda la sociedad.
En cristiano, ahora según esta ley todo ciudadano en edaddel burro laboral (O al menos entre los 18 y los 50 años, según los lineamientos de la ley) en esta Tierra de Gracia debe hacer cierto número de horas semanales de trabajo social a definición y discreción del gobierno, so pena de multa o más trabajo social. La cosa supuestamente se agruparía en "redes" de """"cooperación"""", pero sería el gobierno el que tendría la última palabra en cuanto a dónde y a hacer qué destinaría a los ciudadanos. Y cuando digo "a dónde" no es mera especulación mía: la propia ley dice que, si el gobierno lo cree necesario le da la gana, mandaría a estos voluntarios obligados a paises hermanos dónde su presencia haga falta.
Yo sé que ustedes quieren decirlo. Si, es una palabrita medio fea y medio pasada de moda, que además fue abolida en 1864 (por lo menos en esta nación). Anden, díganla. Porque eso es lo que es. Aunque sean pocas horas. Aunque sea por "El Bien Mayor". Aunque ustedes estén en carreras donde ya los obliguen a esa mierda con un nombre bonito, sofisticado y culpabilizante. Esa es la palabra, y ningún eufemismo balurdo como "Servicio Social Obligatorio" la puede tapar.
Y antes de que me vengan con pazguatadas socialistoizquierdosas de nivel moral-culpabilizante (derivadas de la moral judeocristiana de la solidaridad con el desposeído y el oprimido), les recuerdo que el principal cuerpo teórico del comunismo y el socialismo nació como reacción a las condiciones laborales de la Revolución Industrial, cuyo sistema obrero estaba demasiado cercano del peonismo y la esclavitud negrera para tranquilidad de las buenas conciencias. Aunque si nos ponemos a recordar a emporios del comunismo como la difunta URRS, y la china de la Revolución Cultural y a Cuba, y a otros "mares de la felicidad" cuyos habitantes huían en masa y en balsas...
Admito que yo no soy del tipo voluntarioso-participativo. Que me aspen si no. Yo no tengo el carácter y la dedicación que tienen las personas que trabajan en voluntariado, los que se apuntan a ONG's y los que trabajan en carreras relacionadas con ayudar al que está en posición de verdadera opresión. Tampoco es que yo haga mucho. Meto unas pocas monedas en la lata de la Cruz Roja, pongo mi ropa vieja junto a la que se va a regalar, y ni siquiera linkeo a las caridades e iniciativas en las que quisiera colaborar. En bachillerato sólo hice las horas obligatorias de la versión juvenil-estudiantil que ya existía de esta ley para aspirantes a bachilleres, y eso porque pude elegir cumplirlas en la biblioteca de mi liceo, uno de los pocos lugares que realmente me gustaba. Ya que igual están disponiendo de mi persona sin mi consentimiento total, por lo menos finjan algo de libertad y hagan creer.
Pero coño, si quieren que la gente se involucre, obligarla no es es la manera, y eso lo aprendí precisamente cuando hice Labor Social en la biblioteca en el liceo. Me tocó mover libros (yo, que soy descordinada y rinítica), orientar gente y tener trato al público (y en esa época tenía esa mezcla de depresión con inspiración lírica y antisocialidad clásica del pseudoartista adolescente), pero en general, entre las ondas de niños haciendo investigación de penúltima hora, ociosos usando la tele del lugar para ver su novela, y los medio ociosos de costumbre, hallé tiempo para ordenar las viejas revistas de computadoras (de cuando el 086 era la máxima novedad tecnológica), leer unos cuantos clásicos, adelantar tarea, aprender a socializar y practicar el dibujo. A diferencia de los compañeros que terminaron plantando matas en los jardines del liceo o limpiando archivadores en los departamentos académicos, a mi me gustaba estar en la biblioteca, y creo que a los encargados legítimos no les molestaba que yo estuviera ahí. Pero el caso es que, como me gustaba estar en biblioteca fui mucho más útil que alguien a quien no le gustase estar ahí. De hecho, tanto me gustaba que terminé mis horas obligatorias de Labor Social antes que nadie y seguí yendo y echando una mano hasta que terminó el año escolar. Pero desde ese entonces ya no he vuelto a hacer nada clasificable de "labor social", y mi único apoyo a los voluntariados ha sido monetario y moral. Aunque las causas sean buenas, prefiero no trabajar en algo en dónde no me gusta estar, y menos si mi amor por esa causa no es lo suficientemente fuerte. Y creanme, es mejor que no me tengan ahí: la gente que se siente obligada hace las cosas peor que aquellos a quienes la satisfacción de una buena obra les llena. Y menos aún si no pagan, no joda.
Ya me lo van a decir: que esa ley seguro pasa rapidito al limbo de las leyes semáforo-de-medianoche, y todo va a seguir igualito. Pero es que entre lo del trueque y ahora esto, siento que estamos retrocediendo en el tiempo. Y más con esta joya legal que es fácilmente utilizable como modo de coacción sociopolítico. Me siento tan en el medioevo que me dan ganas de cosplayear a Luna Inverse en el atuendo de tabernera medieval y bailar "The Safety Dance" y "Chambermaid" frente a Miraflores.
Poco a poco nos están coartando nuestras libertades. La libertad de pensar, la libertad económica y ahora la libertad de decidir que hacer con nuestro tiempo y esfuerzo. Lo siento, pero esto no lo apoyo, y nadie decente debería. Excepto, claro, los que quieran venderse a si mismos como esclavos, que esos han existido toda la vida. Buena suerte en esa negociación.
Esta frase, dicha en un post de Brunilde Sansó explica mi posición: "Que la esclavitud sea en nombre de un ideal social, que sea estatizada y legalizada o que exista gracias a un patrono con ansias enriquecedoras, sigue siendo esclavitud".
Originalmente visto en Satan's Poop y El liberal venezolano. Daniel también habla del tema.
Carl Sagan (1934-1996), astrónomo y difusor científico.
"El único error real es aquel del que no aprendemos nada"
John Powell (1834-1902), geólogo y etnólogo estadounidense.
"Todas las cosas están ya dichas; pero como nadie escucha, hay que volver a empezar siempre"
André Gide (1869-1951), escritor francés.
Empezaría esto echando el largo cuento de la última vez que tuve algo parecido a un enfrentamiento serio con un chavista, pero sería meterme en serios problemas tanto con los parientes de aquel con el que discutí (entre los que se incluye alguien a quien aprecio de veras), como con mis propios familiares, que se orientan en un punto medio entre el mal llamado "chavismo ligth" y el "no hables un coño de política, para que no te metas en peos y puedas conseguir trabajo y tal". Sólo diré que después de esa conversa, después de lo que escuché antes de esa conversa, y después de los acontecimientos del último mes, siento que debo escribir algo más relevante que el meme de los 12 meses y el recuento de las compras navideñas.
Pero eso luego.
El tema de esta quincena es uno que ha sido pasado por debajo por tooooooooooodos los medios (excepto los bloggers de costumbre), y sin embargo podrían usarlo para terminar de desestabilizar este régimen si realmente quisieran. Se trata de la recientemente aprobada "Ley de Servicio Social Integral". No se dejen engañar por el nombrecito, esta ley es una que regula el servicio social, no como ámbito académico, no como "que es y que debe ser el servicio social", sino como un ámbito social integral y obligatorio para toda la sociedad.
En cristiano, ahora según esta ley todo ciudadano en edad
Yo sé que ustedes quieren decirlo. Si, es una palabrita medio fea y medio pasada de moda, que además fue abolida en 1864 (por lo menos en esta nación). Anden, díganla. Porque eso es lo que es. Aunque sean pocas horas. Aunque sea por "El Bien Mayor". Aunque ustedes estén en carreras donde ya los obliguen a esa mierda con un nombre bonito, sofisticado y culpabilizante. Esa es la palabra, y ningún eufemismo balurdo como "Servicio Social Obligatorio" la puede tapar.
Y antes de que me vengan con pazguatadas socialistoizquierdosas de nivel moral-culpabilizante (derivadas de la moral judeocristiana de la solidaridad con el desposeído y el oprimido), les recuerdo que el principal cuerpo teórico del comunismo y el socialismo nació como reacción a las condiciones laborales de la Revolución Industrial, cuyo sistema obrero estaba demasiado cercano del peonismo y la esclavitud negrera para tranquilidad de las buenas conciencias. Aunque si nos ponemos a recordar a emporios del comunismo como la difunta URRS, y la china de la Revolución Cultural y a Cuba, y a otros "mares de la felicidad" cuyos habitantes huían en masa y en balsas...
Admito que yo no soy del tipo voluntarioso-participativo. Que me aspen si no. Yo no tengo el carácter y la dedicación que tienen las personas que trabajan en voluntariado, los que se apuntan a ONG's y los que trabajan en carreras relacionadas con ayudar al que está en posición de verdadera opresión. Tampoco es que yo haga mucho. Meto unas pocas monedas en la lata de la Cruz Roja, pongo mi ropa vieja junto a la que se va a regalar, y ni siquiera linkeo a las caridades e iniciativas en las que quisiera colaborar. En bachillerato sólo hice las horas obligatorias de la versión juvenil-estudiantil que ya existía de esta ley para aspirantes a bachilleres, y eso porque pude elegir cumplirlas en la biblioteca de mi liceo, uno de los pocos lugares que realmente me gustaba. Ya que igual están disponiendo de mi persona sin mi consentimiento total, por lo menos finjan algo de libertad y hagan creer.
Pero coño, si quieren que la gente se involucre, obligarla no es es la manera, y eso lo aprendí precisamente cuando hice Labor Social en la biblioteca en el liceo. Me tocó mover libros (yo, que soy descordinada y rinítica), orientar gente y tener trato al público (y en esa época tenía esa mezcla de depresión con inspiración lírica y antisocialidad clásica del pseudoartista adolescente), pero en general, entre las ondas de niños haciendo investigación de penúltima hora, ociosos usando la tele del lugar para ver su novela, y los medio ociosos de costumbre, hallé tiempo para ordenar las viejas revistas de computadoras (de cuando el 086 era la máxima novedad tecnológica), leer unos cuantos clásicos, adelantar tarea, aprender a socializar y practicar el dibujo. A diferencia de los compañeros que terminaron plantando matas en los jardines del liceo o limpiando archivadores en los departamentos académicos, a mi me gustaba estar en la biblioteca, y creo que a los encargados legítimos no les molestaba que yo estuviera ahí. Pero el caso es que, como me gustaba estar en biblioteca fui mucho más útil que alguien a quien no le gustase estar ahí. De hecho, tanto me gustaba que terminé mis horas obligatorias de Labor Social antes que nadie y seguí yendo y echando una mano hasta que terminó el año escolar. Pero desde ese entonces ya no he vuelto a hacer nada clasificable de "labor social", y mi único apoyo a los voluntariados ha sido monetario y moral. Aunque las causas sean buenas, prefiero no trabajar en algo en dónde no me gusta estar, y menos si mi amor por esa causa no es lo suficientemente fuerte. Y creanme, es mejor que no me tengan ahí: la gente que se siente obligada hace las cosas peor que aquellos a quienes la satisfacción de una buena obra les llena. Y menos aún si no pagan, no joda.
Ya me lo van a decir: que esa ley seguro pasa rapidito al limbo de las leyes semáforo-de-medianoche, y todo va a seguir igualito. Pero es que entre lo del trueque y ahora esto, siento que estamos retrocediendo en el tiempo. Y más con esta joya legal que es fácilmente utilizable como modo de coacción sociopolítico. Me siento tan en el medioevo que me dan ganas de cosplayear a Luna Inverse en el atuendo de tabernera medieval y bailar "The Safety Dance" y "Chambermaid" frente a Miraflores.
Poco a poco nos están coartando nuestras libertades. La libertad de pensar, la libertad económica y ahora la libertad de decidir que hacer con nuestro tiempo y esfuerzo. Lo siento, pero esto no lo apoyo, y nadie decente debería. Excepto, claro, los que quieran venderse a si mismos como esclavos, que esos han existido toda la vida. Buena suerte en esa negociación.
Esta frase, dicha en un post de Brunilde Sansó explica mi posición: "Que la esclavitud sea en nombre de un ideal social, que sea estatizada y legalizada o que exista gracias a un patrono con ansias enriquecedoras, sigue siendo esclavitud".
Originalmente visto en Satan's Poop y El liberal venezolano. Daniel también habla del tema.