Por una de esas cosas por como funcionan las repeticiones, hoy caché de nuevo en el Eurochannel el documental sobre el filólogo alemán
Victor Kemperer "
La langue ne ment pas".
El señor Klemperer era de ascendencia judía, y, a pesar de que se había convertido al evangelismo y era culturalmente germano total, las leyes anti-judías nazis lo jodieron bastante. Él logro escapar de muchas de las peores cosas gracias a que su esposa, Eva, era "aria" bajo los parámetros del momento, y casi milagrosamente sobrevivió a la guerra sin haber pasado por un campo de concentración; pero igual tuvo que aguantarse todas las prohibiciones. Una de las primeras maldades que padeció fue que lo sacaran de su trabajo como profesor universitario y lo metieran a obrero. Frustrado, Klemperer empezó a llevar un diario, donde se puso a anotar todas las observaciones que hacía sobre el lenguaje cotidiano del nazismo, las cosas medianas y pequeñas que padecía, las pequeñas resistencias cotidianas. Mucho de lo que el se percató terminó en forma de libro,
Lingua Tertii Imperii, la lengua del Tercer Imperio... el Tercer Reich. Sus diarios se publicaron en 1995, a más de 30 años de su muerte, y, por lo que pinta el documental, tienen toda la intención de ser buena lectura.
Cada vez que veo ese documental no puedo menos que sacar conclusiones extrañas, haciendo legítimos paralelismos en el modo en que, así como 80 años atrás un señor austríaco de bigote chistoso se hacía con el poder en Alemania y empezaba a modificar el lenguaje para con ello modificar la realidad circundante, acá un señor moreno de acento barinés ha insistido en hacer una revolución más con el lenguaje que con las acciones pertinentes. Evidentemente no hay color, porque el primero lanzó la furia occidental sobre su nación y los que se aliaron con él, e invocó genocidio sobre millones de personas, y el segundo sólo ha jodido su propia nación y ha irritado el intestino de apenas unas decenas de miles. Pero hay cosas, metalingüísticamente hablando, en las que hay coincidencias aterradoras.
Me he preguntado si habrá alguien haciendo la misma labor de Klemperer, recopilando, anotando, guardando y registrando esos sutiles y no tan sutiles giros y newspeak. Yo no estoy segura de quererlo hacer, precisamente porque mi educación consistió en aprender como se retuercen las palabras hasta hacer que signifiquen lo que uno quiera que signifiquen. Y además, este período no ha terminado, y ya estoy harta de la jerga, de la grandilocuencia, de los símbolos usurpados, de las reapropiaciones y perversiones, de la furia pasivo-agresiva, de los bandos igualmente idiotas. Y eso que no he padecido ni la milésima parte de lo que Herr Klemperer. Aún así, es algo que me perturba el pensar que lo que hoy son palabras mañana se conviertan en hecho. Ya los insultados de ayer son los perseguidos de hoy, y no se si se convertirán en los ejecutados de mañana. Ni el consuelo de la egoísta vagancia criolla me alivia el malestar: basta con que a los criollos les toquen donde es para que ocurran cosas interesantes...
La unica versión que he encontrado del documental está en francés, sin subs, en
Dailymotion, pero escarbando por ahí segura habrá alguna con sub. O se le arma.